Las instituciones van incorporando anuncios y nuevos pronósticos sobre la denominada Cuarta Revolución Tecnológica mundial. Las estrategias y políticas públicas se desarrollan en función de los cambios tecnológicos y muchas veces las acompañan del término digital o inteligente para resaltar el espíritu tecnológico de las mismas. Las ciudades pasan a ser inteligentes y a tener aplicaciones disponibles que generan una interconexión entre los servicios que ofrece, la administración que alberga y el conjunto de la ciudadanía.
Como ejemplo del interés de las instituciones, recientemente, el Rey Felipe VI participó en la reunión del Consejo Científico del Real Instituto Elcano, uno de los principales think tanks de España, sobre los cambios ligados a esta revolución. A la reunión también asistieron representantes del Gobierno en funciones, desde el propio ministro de Ciencia, Innovación y Universidades, Pedro Duque, al de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, Josep Borrell, como clara muestra del interés que albergan las instituciones en el desarrollo de políticas enfocadas en la revolución industrial.
Durante el encuentro se hicieron patentes los anuncios de “cambio de era” ligados al impacto de la Cuarta Revolución Industrial y de forma directa a la Inteligencia Artificial, las redes 5G, el Big Data o la nanorobótica, haciéndose hincapié en el impacto que las nuevas tecnologías sobre la sociedad y sobre aquellas actividades que son factores clave en términos y cuestiones tan relevantes en la economía actualmente como son la competitividad, el crecimiento y el peso económico de los países.
A nivel laboral, los cambios tecnológicos anuncian la desaparición progresiva de muchos empleos, especialmente en el sector servicios de atención al público, junto con la creación de otros tantos nuevos relacionados directamente con la tecnología. Según la Unión Europea, la digitalización contribuirá a la economía con 415 billones de euros al año. De hecho, en el Digital Day celebrado este año, las instituciones europeas enfatizaron la necesidad de poseer habilidades digitales, ya que, como afirman las propias instituciones, el 47% de la población europea no tiene un conocimiento ni habilidad digital bien desarrollado y este hecho contrasta con la necesidad en un futuro próximo de trabajos que requieren necesariamente algún tipo de habilidad digital.