Durante los últimos años hemos observado un incremento importante en el consumo electrónico, tal y como expusimos en nuestra entrada sobre comercio electrónico, provocando como consecuencia un aumento en el número de transacciones electrónicas.
Los métodos de pago han variado de forma muy importante durante los últimos años, ofertando una pluralidad de opciones al consumidor que quiere pagar, no únicamente con tarjeta sino con el móvil, pulseras o incluso relojes inteligentes (smartwatch).
Al hilo de lo anterior, las instituciones públicas también han fomentado el consumo a través de medios electrónicos de pago en algunos proyectos o iniciativas en esta área. Un ejemplo de ellos han sido las iniciativas cashless (sin efectivo) de prueba desarrolladas en colaboración con otras entidades en algunos municipios españoles, como “Cantabria Pago Digital” en Suances o “Morella Cashless City” en Morella, en las que se ha comprobado la aceptación que entre la población de esos territorios podía tener este tipo de consumo. En estos municipios, se ha buscado con estas propuestas fomentar los pagos digitales, apoyando el denominado comercio de proximidad para impulsar la digitalización a nivel local. Estas medidas se han traducido en resultados tangibles, ya que en aquellos sitios en los que se ha llevado a cabo se han llegado a alcanzar porcentajes de aceptación de los pagos digitales de los consumidores de casi el 100% en el tejido comercial, como en el caso de Morella.
A nivel de compras por parte del consumidor, en aquellos sitios en los que se realizaron las actividades, se incrementaron las compras de diferentes importes, aumentando la facturación de los comercios. De nuevo en el caso de Morella, se incrementó un 173% las compras en sus comercios, aumentándose en aquellos de pequeño importe. Es decir, se produce un beneficio mutuo que impacta tanto en las facilidades y oportunidades de elección que tiene el consumidor a la hora de realizar el pago como en el propio beneficio del comerciante que ve incrementado su volumen de negocio y se vuelve más competitivo en su oferta.
En países de nuestro entorno europeo, como en Suecia, se ha incrementado desde hace varios años el nivel de pagos electrónicos hasta alcanzar un uso mayoritario por parte de su población. Según datos del Banco Central de Suecia, el uso del efectivo se redujo a un porcentaje tan bajo como el 1% del valor del Producto Interior Bruto sueco. Entre otras medidas, estos resultados se deben al uso de aplicaciones electrónicas y otros sistemas de pago, como Swish, una especie de versión europea de Bizum, programa del que hablamos también en otra de nuestras entradas de e-consumer anteriores.
En definitiva, los motivos del uso y fomento de los pagos electrónicos son muy variados. A las iniciativas vinculadas a las posibilidades de incrementar volumen de negocio a través de estos pagos, al ofrecer mayores opciones y libertad de pago al consumidor, se pueden sumar otras vinculadas a la seguridad de las transacciones y del manejo del propio dinero electrónico, más fácil de manejar que el efectivo.
Ante estos nuevos entornos tecnológicos, ADICAE apuesta por la digitalización y culturización de los consumidores. Este tipo de propuestas por parte de la administración pública le ofrece una serie de ventajas al consumidor que puede aprovechar en su propio beneficio. Sin embargo, para que este aprovechamiento sea pleno, se tienen que realizar campañas de formación e información adaptadas a todos los segmentos de la población para que no aumente la brecha digital y se convierta en un obstáculo más en los derechos de los consumidores.